Advaitines (mahatium sanquirina)

Descubiertos en época temprana de la zoología, son seres que entran en los límites de la piel. Sus organismos, por lo general, han sido señalados dentro de armadillos tropicales, en el subcontinente índico, mientras estos aún estaban vivos. Se discute si los advaitines se mueven o están quieto, ya que siempre conserva el mismo peso que su huésped y posee una opacidad casi nula, de tal manera que hubiese sido imposible que los habitantes se percatasen de este animal si no fuese porque los armadillos andaban siempre mirando al cielo y se lanzaban desde grandes alturas. Ocurría escasas veces y sólo después de la muerte de algún maestro de escuela o un reconocido estudioso de los textos.

Por tales señales, tradicionalmente se le supone la reencarnación lógica de un cuerpo de un iluminado. Una vez descubierto la totalidad, el iluminado rechaza el cuerpo de los dioses, como el de los animales debido a que ambos están dispuestos al engaño de la muerte. Deberán encontrar un cuerpo sin transformaciones o que las posea todas. En esa decisión algunos toman la carga de los advaitines.

La discusión en torno a este animal no acarrea problemas zoológicos en cuanto a su clasificación (más bien porque no se ha empezado del todo, debido a que primero se ha preferido aclarar el origen de sus características). No han sido aclaradas las cuestiones de si este cuerpo se mueve o no, o si ya había sido anticipado su descubrimiento en las escrituras o no. Desde luego que los que encontraban la revelación en las escrituras esgrimen que en ellas se dice

"Ni denso ni sutil" (Br. Up. IV, 4, 22),

lo que animó bastante al bando que hablaba sobre la inacción, ya que un cuerpo no podía tener acción si no tenía correspondencia. Esto lo contrarrestaron con el mismo texto, donde se puede leer:

"Parece que piensa, parece que se mueve" (Br. Up. IV, 3, 7)

y los confiados en que los advaitines no se movían (y por lo tanto, sería la mejor forma de conseguir que no podrían morir los iluminados y alcanzar el estado de suprema conciencia) citan, en voz en grito

"todas las acciones desaparecieron" (Mu. Up. II, 2, 8)

Claro, los que no estaban de acuerdo con este animal fuese revelado en las escrituras, sino en la tradición pudieron leer

"Él es el oculto" (Bha. Gi. XV, 7)

Y tratarlo como una reverencia, sin dar su brazo a torcer, ya que a lo mejor estaban tratando con una materia de la que no podía alcanzar el simple razonamiento. Fueron los cautos y nadie parecía escucharlos en la comunidad científica de la época.
Otros muchos seguían indiferentes, hasta que se encontró

"Sin manos ni pies se mueve con rapidez y coge (objetos); sin ojos ve, sin oídos oye" (Sv. Up. III, 19)

Lo que termina por descolocar a unos y a otros, pero para intentar llegar a un acuerdo común y ver que si el movimiento existe (algo que parece obvio a juicio de la mayoría, y sólo la mayoría), se dictó que venía referido en

"Pero es la naturaleza la que actúa" (Bh. Gi. V, 14)

Siendo así el propósito de otro cuerpo el que relegase el advaitín, no cediéndole sus propiedas, sino más bien al contrario, manteniéndose al margen del mundo exterior y de las impurezas propias del interior (se decía que el armadillo protegía su carne porque esta carecía de impurezas), en un eterno deambular invisible, hacia una y otra dirección del tiempo.

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