Nihil Dominum Omnium (Él)

Se especula con un animal tubular, de enormes dimensiones y expandible. No tiene osamenta, pero tampoco se podría decir que fuese invertebrado. Su anatomía es inversa, es decir, su cuerpo es parte exterior, mientras que el interior es el espacio que nosotros ocupamos.
Existen tres grandes hipótesis sobre su nutrición. Si es de un crecimiento constante y parabólico hacia el exterior, no ha de nutrirse, le basta ampliarse fuera de sí, ocupar lo que va siendo.
Si decrece en términos de cantidad, se autofagocita, reduciendo los terrenos hasta que no quede nada de él, sólo una bóveda, nueve esferas y algunos dibujos a mano.
Si se expande y contrae a ritmos constantes no se puede identificar en una cadena alimenticia. Estaría en lo alto y lo bajo de la pirámide, convirtiéndola en una esfera de un solo punto.

Algunos experimentadores intuitivos han llegado a asegurar que somos su sistema digestivo o, en una linealidad más final a este, su propia excrecencia y alimento, lo que lo convertiría en un problema humano y a estas alturas quien quiere mojarse las manos en estas cosas no suelen escribir para revistas especializadas.

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